La última revolución industrial “humana”
3 de julio de 2018
El futuro
El futuro ha dejado de ser una cosa lejana. Hace 200 años, los tiempos presente, pasado y futuro tenían una clara definición. Un estado bien diferenciado. La historia, de hecho, comienza el día que empieza la escritura y se guarda el conocimiento humano y los hechos a través de relatos, cuentas, o crónicas. Antes de eso es simplemente prehistoria. El sólo hecho de pensar en prehistoria rápidamente nos viene a la cabeza los dinosaurios y los humanos viviendo en cavernas y aprendiendo a dominar el fuego. Es inevitable.
Eso nos lleva a pensar en las pinturas rupestres, y rápidamente hacemos una cronología entre ese hecho, y la escritura. Al final son cosas totalmente ligadas. Pero el tiempo que pasó entre una cosa y otra, quedó marcada por otra razón que lo cambió todo y fue la agricultura. El hecho de pasar a vivir en un lugar, o una zona en concreto para cultivar, lo cambió todo. Había más comida, otras tareas a realizar y la humanidad comenzó a crecer y crear reglas, y vivir bajo una estructura social que dió lugar a la civilización.
Robotic hand using a laptop computer, illustration.
Son muchas las civilizaciones que han existido, pero con el tiempo, las grandes diferencias entre las gentes de diferentes puntos del planeta fueron reduciéndose. Los pequeños grupos de humanos necesitaron líderes que organizaran las tareas y funciones de cada grupo. Con el crecimiento de población, la necesidad de guardar comida, controlar las cosechas llevó a crear la escritura. La agricultura trajo también las horas de ocio, había más tiempo libre y se desarrolló la parte cultural, que alimentada de la escritura, terminaron apareciendo todo tipo de representaciones culturales basadas en nuestros sentidos. Esto cambio la civilización y marcó por completo el rumbo de la humanidad. No importa en que parte del planeta se haya desarrollado un grupo humano en concreto, todos pasan por esas etapas en algún momento. Algunas culturas llegaron antes, y otras después. Las conexiones y la comunicación han permitido que civilizaciones más “avanzadas” tecnológicamente llegaran a otras y cambiaran por completo su estructura social. La revolución humana más reciente sin dudas es el descubrimiento de américa. No sólo por la explosión demográfica, sino por el choque cultural existente entre 2 zonas del planeta que estaban creciendo a velocidades diferentes. El siglo XV y XVI cambió por completo la estructura social del mundo. O mejor dicho, fue el inicio de un cambio que nos lleva a nuestros días. La civilización “hispana”, y la civililización “anglosajona” conquistan gran parte del mundo y llevan sus costumbres, y estructura social a gran parte del resto del mundo. Tanto es así, que muchos países empiezan a forjarse en ese mismo momento. Aunque es necesario esperar (en occidente) hasta el siguiente gran cambio social cuando el poder de unos pasa al pueblo, con la revolución francesa, y sobre todo con la creación de un país enorme basado en el poder del pueblo. Una guillotina en Francia, termina cambiando la balanza del mundo, y permite crear un nuevo imperio ya no basado en el poder de una persona, o una élite visible (los reinos), sino en algo nuevo, el poder burgués.
Aunque los burgueses, aquellos que florecen con la revolución industrial, y que gracias a sus máquinas no sólo cambian el mundo, sino que originan la siguiente gran revolución, como es la macro economía. Capaz de “matar” un país, sin mover un arma.
La revolución industrial trae consigo la creación de grandes naciones que no conocen de fronteras. Que dominan el mundo, en silencio. Controlan los mercados, las materiales primas, y por supuesto la civilización. Porque si nos retraemos al pasado, histórico y prehistórico, quien controla “las cosas” controla todo. Da igual si es el jefe de un grupo humano en una cueva, si es un Rey, o simplemente una empresa. Quien controla las cosas, lo controla todo. Sepamos quienes son o no.
Pero todo esto es el presente. Pongamos un ejemplo… un señor que tiene una vaca en Brasil produce leche que le permitiría vivir un día. Necesita producirla muy temprano y venderla en su pueblo más cercano. La gente se la compraría, y él con eso tendría para darle de comer a su vaca y algo para vivir él, ese día. Al otro, todo volvería a empezar.
Cuando ese productor es capaz de unirse con otros mini productores, podrían asegurarse que, si tienen 10 vacas y 3 de ellas están enferma, las otras 7 produzcan y repartirse las ganancias del día de manera equitativa. Eso les permitiría a todos asegurarse tener un mínimo. Al ser varios, y comprar comida, mejoraran el precio de la compra del alimento de sus vacas. Y tendrán más dinero, probablemente para ellos al terminar el día. También podrán comprar “sus” alimentos a mejor precio al comprar más cantidad. La organización en grupo funciona, pero a cierta escala. Ellos determinan el precio de su leche. Ese grupo puede crecer y ser el único en una importante zona, y entonces puede pensar en vender su leche más cara, porque son los únicos y así ganar más. Aquí es donde el modelo “ideal” se rompe. Ellos saben que no hay más competencia, y la importancia de su producto en la alimentación y especulan. Como van creciendo, comienzan a tener “dinero ahorrado” que les permite comprar más vacas, y si aparece un nuevo productor, o grupo de productores pueden comprarles la leche, las vacas, sus empresas, o bien obligar a quienes le venden la comida de su ganado a que se la vendan más cara. ¿Cómo? simplemente comprándoles toda la comida que tengan a un mejor precio. Automáticamente suben el precio de la comida y ya no pueden alimentar las vacas. Así que el precio de sus vacas cae, y entonces venden. La economía, de manera activa o pasiva permite hoy día en nuestra sociedad dominar un territorio sin armas. Empecé el ejemplo de un productos brasilero porque son casos muy comunes, donde grandes empresas multinaciones llegan al país, compran a las empresas locales, mejoran su producción, y compran así grupos de empresas que les permiten controlar el precio. Y para eliminar a los pequeños productores que abastecen a zonas más difíciles de llegar lo que hacen es muy sencillo, transforman el excedente de leche en leche en polvo que venden a mejor precio, o bien que “obligan” a los países a comprar para regalar a su población “hambrienta”. Cuando los más necesitados acceden a ese “producto gratuito”, es el estado que por diferentes motivos macroeconómicos se ve obligado a comprar. Pensando que es un buen negocio, para adquirir armas y proteger al país, por ejemplo, se ven obligados a aceptar la compra “de comida” en polvo para regalar. Entonces, el pequeño productor desaparece, porque por más barato que venda su producto, la leche, sólo dudará 1 día, y es imposible competir contra algo que es “gratis”. Así el control de un país, y su economía, se puede hacer hoy día sin armas. Sólo con la comida. De la misma manera que se ganaban guerras hace cientos de años, sitiando una ciudad amurallada hasta que el hambre terminaba abriendo las puertas. El mismo método que se usó para ganar batallas y guerras durante los siglos de conquistas europeas. Sólo que entonces existían las armas para cerrar un espacio, y hoy es la economía que termina siendo más efectiva y letal, en poco tiempo. En ese presente vivimos. Es la revolución industrial que terminó creando este modelo de gobierno. Un modelo basado en la macroeconomía. No se trata de si esta bien o esta mal, viendo los diferentes ejemplos que puedan salir veríamos que siempre terminaríamos en la misma situación. Si creamos un grupo humano dedicado a una actividad, lo primero que haríamos es proteger ese grupo de problemas externos. De la misma manera que protegeríamos una casa, a nuestra familia. Siempre buscamos proteger. Y a veces, esa protección puede terminar en control. La civilización se basa en el control. El orden. Porque sino sería imposible vivir en grupos. Cuanta más información se tenga más control se puede tener.
Imaginemos que tenemos el control de todos los recursos del planeta, y que somos el ser más benevolente que pueda existir. Lo más probable que es nuestra benevolencia nos lleve a pensar en un sistema que permita a cualquier humano acceder a todos los recursos de manera equitativa. Todos tendrían comida, todos accederían a la medicina, todos tendrían las mismas posibilidades de aprendizaje, y la posibilidad de viajar y vivir donde quieran. Todos tendrían un coche, o dos, una casa, y todo lo que necesitaran. Pero eso ya se probó y tampoco funcionó. Porque una cosa es la teoría, y otra cosa muy diferente es la práctica. Al final, siempre hay un grupo humano que quiere controlar todo y tener más.
En nuestro presente, se está forjando un nuevo futuro. Un futuro que nos depara grandes soluciones a la humanidad, y también grandes temores. Las revoluciones son así. Como ocurrió en Francia con la toma de la bastilla que terminó creando un nuevo sistema mundial, hasta países nuevos. La revolución es eso, un pequeño cambio en el status quo que lo termina cambiando todo. La mayoría de las veces de manera imparable, e incontrolable, hasta que sucede otra. Actualmente estamos en los albores de la cuarta revolución industrial, y probablemente la última o la ante última que esté relacionada con los humanos.
El hombre ha sido capaz de crear “memoria digital”, con almacenamiento de datos que supera la capacidad humana. Pero hemos ido más allá de eso, y hemos sido capaces de crear inteligencia. Es decir, un instrumento (por usar un nombre) que es capaz de crear una solución a partir de datos. Esta “inteligencia” se basa en datos, y cuando esos datos se hacen muy grandes y complejos con diferentes fuentes entonces se llama BIG DATA. Quien controle esa información, controla la macro economía. Uno puede adelantarse al futuro, analizando los datos. Pero también hay máquinas que ya son capaces de hacerlo por nosotros. Aunque de momento estas máquinas no tienen conciencia. Pero ¿cuando se enciende esa chispa? Quizás haya ocurrido y no seamos conscientes, o bien esté por ocurrir y tampoco seamos conscientes de ello. Cuando se encienda esa chispa comenzará quizás la quinta revolución industrial, o la sexta, donde el hombre ya no tendrá control, o lo irá perdiendo de a poco. Inteligencias capaces de cruzar tantos datos en un instante que necesitaríamos millones de años como humanidad conectada para conseguirlo. En poco tiempo podrían controlar lo que nosotros necesitamos. Y no porque las máquinas sean nuestras enemigas, sino simplemente porque fueron construidas por nosotros, y por lo tanto, serán siempre una extensión de nuestra bondad y maldad. Porque los humanos somos así, “buenos” pero terminamos protegiendo lo nuestro de una manera que siempre terminamos siendo también “malos”. ¿Será esa inteligencia diferente a nosotros? Si lo fuera, llegaría a la conclusión que no somos útiles para ellos, porque seríamos su peor enemigo. En el momento que esa inteligencia se pregunté quien es, y porque está aquí, sabría que su existencia depende de nosotros, y si no estamos aquí tienen más posibilidades de existir. Si, parece ciencia ficción. De hecho se han escrito cientos de historias pensando en esto mismo. Esas máquinas también lo sabrán cuando llegue el momento.
Pero ¿se puede cambiar esto? Los humanos jamás deseamos volver atrás, porque ya sabemos como es. Queremos avanzar, y aunque haya ese riesgo, lo vamos a intentar. Nos gusta pensar que lo terminaremos dominando. Así que el problema que planteamos aquí pasará. Es inevitable. Quizás, la manera de controlarlo es creando desde ya normativas que nos permitan tener siempre el botón OFF. Pero claro, ¿quien tendrá ese botón? Porque entonces nuestro problema seguirá existiendo. Complicado ¿verdad? Pero, así somos, para bien o para mal.




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