Puede resultar una afirmación drástica, pero si nos ponemos a pensar fríamente y con neutralidad, la industria de la construcción lleva cientos de años (incluso miles) haciendo las cosas de la misma manera. Es verdad que hay técnicas que han evolucionado, faltaría más, pero no dejan de ser “evoluciones” de técnicas pasadas, como por ejemplo el hormigón armado, que al final es el “momento actual” de una pasta que empezó oficialmente a crearse en Grecia en el 500 A.C. (Aunque hay versiones de hormigón primitivo que datan de los egipcios hace 4500 años e incluso versiones rudimentarias de aglomerados utilizados hace 7500 años). En cualquier caso el hormigón se vierte y se endurece, sus cualidades por supuesto que han evolucionado, y sus características técnicas también. Otro ejemplo son los ladrillos que se siguen apilando sobre otros ladrillos, para crear estructuras más complejas, aunque hoy día las técnicas para conseguirlos hayan evolucionado, no dejan de ser “barro cocido”.
La industria de la construcción engloba diversos gremios y materiales que se han desarrollado de manera aislada y que se ven reflejados, incluso, al momento de crear un proyecto. A tal punto que se consideran etapas independientes en muchos casos, y cuando aparece una, termina modificando de alguna manera las anteriores. Lo podemos ver con claridad cuando se desarrolla un proyecto, y la aparición de las instalaciones, tanto en el proyecto como en la ejecución de la obra. Esto implica que un grupo de personas desarrolla un proyecto, que otro grupo de personas comienza a construir. A la misma vez que se va construyendo, el equipo del proyecto ajusta su diseño en torno a las decisiones que ha de tomar mientras se está construyendo, e incluso no impide que tengan que rehacer parte del trabajo, a menudo en el mismo sitio y bajo la presión de los plazos de entrega del proyecto.
Esto también termina ocurriendo en aquellos proyectos que aparentan estar perfectamente organizados ya que una obra (cualquiera) depende de muchos factores que deben integrarse como los engranajes de la maquinaria de un reloj, y donde un pequeño retraso puede cambiarlo todo. La comunicación, por tanto, entre los diferentes equipos siempre deja un importante remanente de datos, que lleva a tomar decisiones durante el proceso de construcción. Algo que siempre implica retrasos y sobrecostes en la obra. Haciendo que las etapas continuas a la que se está desarrollando se retrasen, y afecten de alguna manera los plazos establecidos para las etapas siguientes, la entrega final, y por supuesto, el presupuesto original planteado al cliente se verá afectado. A su vez, el cliente siempre es el último en conocer el estado real del proyecto.
La calidad de los datos (a la recepción de un proyecto) puede variar mucho y depender de factores que no son tenidos en cuenta al momento de diseñar un proyecto. Por ejemplo, diseñar las etapas de construcción de una manera, y no gestionar adecuadamente la logística de los materiales que se entregan en obra para cubrir las necesidades de cada etapa planificada, lo cual puede afectar directamente los plazos de ejecución de la obra. O bien almacenar en obra más material del necesario para cada etapa, haciendo que se esté pagando por material que aún no está siendo usado, con los gastos innecesarios que implica de almacenaje e incluso gastos de intereses sobre créditos pedidos para comprar ese material, que aún no está siendo utilizado. Lo que entorpece el buen funcionamiento en obra y genera sobrecostes innecesarios. Pequeños gestos que lo pueden modificar todo.
Por ello, no sólo se trata de crear únicamente un proyecto bien estructurado y organizado, sino que es importante involucrar a todo el equipo, para gestionar y coordinar toda la información del proyecto de forma clara y accesible en todo momento.
Aunque la necesidad de mejorar los sistemas constructivos y la manera en que se gestiona el diseño y construcción de un edificio es anterior a nosotros, es ahora cuando se combinan la necesidad y la tecnología que permiten unificar criterios para crear una única solución, como es el Building Information Modeling, o simplemente B.I.M. Aunque intentaremos demostrar a lo largo de este libro que estamos antes algo que podríamos llamar B.I.M.M. que involucra la necesidad de gestión de la información que contiene un BIM, y que definiríamos como Building Information Modeling Management.
El BIM ¿una utopía?
Quizás no sean conscientes de lo difícil que es encontrar una “única” definición del BIM. Hasta tal punto que termina siendo frustrante, cuando uno sabe que el BIM es una cosa, y otros autores o “expertos” termina haciendo definiciones totalmente distintas e incluso contradictorias, que sólo terminan confundiendo a la gente.
¿Existe un culpable?, lo cierto es que sí. Pero no existe un único culpable, sino que son varios, y por diversos motivos. Actualmente y casi a la misma vez, surgen en el mundo diferentes organizaciones “sin ánimo” de lucro que de alguna manera intentan ser los abanderados del BIM. Ellos definen de alguna manera que es y como es. Dentro de esas organizaciones existen personas que dominan algunos programas, y otros que nunca en su vida han hecho un dibujo con CAD siquiera. Sin embargo, repiten lo que otros les cuentan como si fueran realidades únicas. A la misma vez, organizan conferencias y debates, e invitan a las mismas personas que han definido qué es y cómo es, haciendo que su palabra cobre fuerza. A su vez, se suman fabricantes de software que aprovechan esta estructura como escaparate para alzar su voz y hablar de “su” BIM, que en realidad es un CAD disfrazado de BIM.
Por otro lado, fabricantes tan importantes como Autodesk prefieren no hacer una definición del BIM, ya que en realidad les interesa que cada cual diga lo que le parezca, mientras se hable de ello. Bentley nos ofrece Aecosim cuyo motor es Microstation, (¡¿un CAD es el motor de un BIM?!) (“- ¿Porque no?”-, pregunta Bentley). ArchiCAD por su parte, en cuanto la definición del BIM se hizo popular, lo primero que dijeron es “nosotros ya hacíamos BIM antes que estas siglas se conocieran”, a tal punto que su propio nombre, bueno, dice CAD ¿no?. También se dice que “Allplan” es un BIM, cuando su propio nombre esconde claramente un significado gráfico, de modelado, pero ¿habla de información?. Cabe recordar que el propietario de AllPlan hace muchos años compró Graphisoft, propietarios de ArchiCAD, ¿necesitaban un BIM? (léase con ironía). Autodesk, por otro lado, siempre dió a entender (aunque nunca aclaró) que AutoCAD Architecture era un CAD paramétrico para la arquitectura, y nunca un BIM. Otros aseguran que si usa el DWG, y AutoCAD es el motor nunca jamás podría ser un BIM. Pero ¿no es acaso eso lo que hizo Bentley?. En Grecia, 4M nos ofrece “Idea Architecture”, un BIM basado en dwg que permite crear vistas de manera automática, e intenta comportarse como Revit, pero en un entorno parecido a un CAD tradicional.
Al final, la línea que divide un CAD de un BIM es tan fina que para hacerla más “gruesa”, algunos autores y “expertos”, le terminan otorgando al BIM propiedades sobrenaturales para que parezca más alejado del CAD. Por ejemplo, es muy habitual escuchar por ahí que “el BIM permite un importante ahorro en la construcción”. Es una frase típica de conferencia, a la misma vez que sacan gráficos (a veces descargados del apartado imágenes de Google), para mostrar cómo se puede ahorrar un 15%, 25%, e incluso un 35% en una construcción, sólo por adoptar el BIM. Esta definición del BIM sobre un posible ahorro es, simplemente patética (además de imposible de demostrar). No tiene ninguna base científica. Alguien lo dijo, y otros lo empezaron a repetir. Para asegurar semejante cosa, hay que hacer un estudio científico (¡no de Marketing!). ¿Creen que alguien lo ha hecho? ¿Una universidad? ¿Cuál?
A la misma vez, no tienes más que abrir cualquier libro que incluya una definición del BIM y para mayor sorpresa verán que el autor (o autores) dicen siempre la frase, - “... para mí (nosotros) el BIM es…”. Es decir, que aclaran que “para ellos” significa tal cosa… lo cuál, está claro que tenemos un problema ¿no lo creen?.
En este contexto es fácil entender que cualquiera puede decir lo que quiera sobre que es BIM, y para qué sirve, ya que en realidad es un término que se auto-inventa cada nuevo día. ¿Es un problema? Soy de la idea que sí. Porque al final el término está cobrando cada vez más fuerza, y se está haciendo más importante que las herramientas que permiten su creación. A tal punto que muchas personas terminan diciendo cosas que simplemente no se pueden hacer con el BIM. O hablan de cosas que se podrán hacer en el futuro, como si ya se pudieran hacer en el presente. También se inventan profesiones cuyo título da la sensación que fueran expertos en algo que están a punto de empezar a hacer, y apenas llevan 300 horas teóricas (como mucho).
Por momentos, el BIM parece una “utopía”. Lo cual no está mal, porque como dijo Eduardo Galeano a la pregunta “¿para qué sirven las utopías?”:
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“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso; sirve para caminar.” ( Eduardo Galeano, uruguayo)
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¿Se puede explicar el BIM en términos claros?
Por si alguien tiene dudas, el acrónimo B.I.M. significa nada más y nada menos que “Building Information Modeling”. Sin embargo, la definición más común que dan los “expertos” hoy día acerca del BIM es como si su significado fuera “Building Information Management” (Gestión de la Información de los Edificios), algo que está claro es diferente ¿no?.
Así que tendremos 3 corrientes bien marcadas acerca del BIM. Es importante destacar que las 3 corrientes hablan del BIM sabiendo que significa “Building Information Modeling”, pero la definición que dan es diferente (al menos en 2 casos).
Corriente 1:
La corriente primogénita habla del BIM como un proceso por el cual a través de un programa, se modelaba un edificio “utilizando” información. Es decir, un programa que trabaja con objetos que a su vez contienen información que almacenan en una base de datos. Esa base de datos es quien (de manera automática) crea los dibujos que muestra el programa a través de vistas (alzados, secciones, perspectivas, tablas, etc). Por lo tanto, a través de elementos gráficos (interfaz de usuario) uno crea objetos (muros, carpinterías) y le otorga propiedades y datos, que se almacenan en una base de datos que devuelve en su lugar más vistas del mismo objeto. Se modela a través de información que a su vez se almacena para futuras consultas o modificaciones. Existe un único modelo digital, que almacena (o pretende hacerlo) toda la información contenida en el edificio. (Esta corriente es la definición primogénita del BIM, cuyo mayor problema es que en la práctica “toda” la información que puede almacenar un “modelo digital” se ve limitado a las cualidades del programa donde se crea. Como no existe todavía un programa que sea capaz de hacer todo dentro de su propio entorno de trabajo, la información del edificio necesita valerse de terceros programas para ser capaces de almacenar “todo”. Lo que nos lleva a la segunda corriente de definición del BIM).
Corriente 2:
El BIM es un proceso que involucra varios programas que permiten trabajar con el modelo original para realizar análisis de diferentes tipos, así como cálculos energéticos, de estructura, etc. (Esta corriente toma como base la definición de la “Corriente 1”, sólo que utiliza el acrónimo BIM para usarla en lugar de “Flujo de trabajo AEC”. Si bien en la teoría una de las características principales del BIM es que se trata de una “única maqueta digital que contiene toda la información” (léase “Corriente 1”), en la práctica hoy día esto es una utopía, y terminan siendo varias versiones del mismo edificio, aumentando las posibilidades de errores o diferencias. Esta misma corriente es la que asegura que gracias al BIM se ahorra en la construcción, cuando su propio proceso implica el uso de programas que terminan creando híbridos de un “modelo original”. Una de las características más importantes del BIM es que existe una comunicación bidireccional, entre los datos que se aplican y los datos que se obtienen (es lo que defiende la ”Corriente 1”). Sin embargo, esta segunda corriente termina aplicando datos, y obteniendo resultados diferentes, que difícilmente (a veces imposible) terminan afectando de manera automática al modelo original. Creando entonces versiones híbridas y diferentes del modelo original. Lo cual ha derivado (o evolucionado) en una tercer corriente que pretende corregir este problema).
Corriente 3:
El BIM es un proceso que combina la información y la tecnología para crear una “versión digital” de un “edificio real”, integrando datos de muchas fuentes diferentes, a la vez que evolucionan en paralelo (digital y real) a través de la vida útil del edificio, incluyendo diseño, construcción, y uso (vida útil). Esta corriente de pensamiento es la más extendida actualmente. El problema de esta nueva definición es que se acerca más a Building Information Management que a Building Information Modeling. Podría ser el mismo acrónimo, pero el significado es diferente, por ello algunos autores (entre los que me incluyo) prefieren definirlo como BIMM. Con lo cual estaría vigente la Corriente 1, y la Corriente 3, sería algo más completo y correcto en cuanto a definición. Además, al agregar “Management” (Gestión) a la definición podemos cubrir el problema que se genera al tener que lidiar con diferentes programas para trabajar sobre un mismo edificio, aunque no siempre la misma versión digital. Al menos a día de hoy.